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La educación de nuestro deseos

Por Jorge Fontana

¿Están mis deseos suficientemente educados para elegir sabiamente?  

Acceder a esta pregunta siendo joven, significó para mí acceder a una mirada diferente acerca de quién era, lo que deseaba para mí vida y sobre qué valores transitaban mis decisiones.

Una poderosa pregunta de Neal a Maxwel, uno de mis mentores más inspiradores hasta el día de hoy. Esa pregunta en el momento justo, tuvo un gran impacto en mi proceso de crecimiento personal.

Toda pregunta tiene en sí misma, como acto del lenguaje, el poder de llevarnos a “buscar” una respuesta. Si la respuesta es en “automático” es probable que sea superficial. Cuando no se tiene una respuesta en automático, la búsqueda genuina, sincera y honesta nos llevará a sumergirnos a un nivel más profundo. Una profundidad quizás antes no explorada. En ese espacio el hallazgo puede resultar revelador. Una experiencia de aprendizaje íntimo, personal y transformador.

¿Qué relación guardan los deseos, ese aspecto tan humano de la vida, con la libertad de elegir?

En palabras de Neal A Maxwell: “Deseo es aquello que denota ansias o anhelos. Por tanto, los justos deseos constituyen algo más que una preferencia pasiva o una sensación pasajera. Por supuesto que nuestros genes, las circunstancias y el medio ambiente tienen mucho que ver e influyen considerablemente en todos nosotros. Sin embargo, hay un territorio íntimo del que somos soberanos a menos que abdiquemos al poder. En este territorio reside la esencia misma de nuestra individualidad y de nuestra responsabilidad personal.”

Aquello que le da origen a nuestros deseos o la manera en que los expresamos, tiene incidencia en el modo en que usamos nuestra capacidad de elegir. Es por eso que lo que persistimos en desear, con el tiempo llegaremos a ser y como consecuencia lo que podemos obtener como resultado.

Dado que nuestros deseos están íntimamente ligados a nuestras acciones, surge de modo evidente el espacio de la responsabilidad individual.

En otras palabras, nos guste o no, la realidad requiere que reconozcamos que somos responsables de nuestros deseos. Tomar conciencia de esta reflexión nos coloca en la posición de “cuidarnos a nosotros mismos” en la “educación de nuestros deseos”. 

Soy libre y responsable de esta “educación” por su impacto en la cotidianidad de la vida, ya sea los simples deseos como los grandes anhelos que constituyen nuestros proyectos de vida y nuestra orientación al futuro.

La práctica de la indagación personal, por ejemplo al transitar un proceso de coaching, me facilitará explorar el espacio de “quién soy”, “qué deseo para mí vida”, “qué recursos o habilidades dispongo o qué capacidades me faltan”, “cuáles son mis valores”, entre otros aspectos que favorecen el proceso de desarrollo personal.

No es el único camino, sin embargo un proceso de conversaciones de coaching ontológico tiene la virtud de facilitarnos unir el potencial con la capacidad de comprometernos con resultados extraordinarios. No mágicos ni sin esfuerzo, sino desde la responsabilidad individual de elegir desde quién soy y lo que deseo para mí.

“Solamente si los educamos y los capacitamos, nuestros deseos llegarán a ser nuestros aliados en vez de nuestros enemigos. Por lo tanto es necesario que reduzcamos y al fin desechemos algunos de nuestros deseos”, nos aclara Neal A. Maxwell. La elección es nuestra.

¿Qué camino deseo elegir?.

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